La globalización, el cambio climático, el aumento del contacto humano con el mundo silvestre, el crecimiento de la población a nivel mundial, el uso indiscriminado de antibióticos, los cambios químicos en el medio ambiente, y la facilidad para viajes inter países o intercontinentales, serían algunos de los factores que han gatillado un aumento de las enfermedades emergentes o reemergentes, que dicho en términos simples, es la lucha de los microorganismos por sobrevivir.
En este sentido la docente de epidemiología y directora de Escuela del Campus Chillán de la carrera de medicina veterinaria, que imparte la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Concepción, Dra. Paula Gädicke, explicó que, “las enfermedades emergentes son las que se producen por el descubrimiento o surgimiento de enfermedades desconocidas, o pueden ser el resultado de la evolución de un patógeno, como un virus, bacteria o parásito, que cambia afectando a más huéspedes, cambia de vector o cambia su patogenicidad producto de una mutación o patrones de resistencia”.
Estas enfermedades impactan a la salud pública toda vez que puede afectar a los animales y a las personas, tal como lo manifestó la Dra. Gädicke. “Las enfermedades emergentes pueden afectar a las mascotas, como nuevas patologías o como cambio en la gravedad o en la forma en que afectan a los animales. Este cambio puede estar en que esas enfermedades se transformen en zoonosis, es decir que pasen a las personas o también de las personas a los animales. También se puede dar que una enfermedad que normalmente producía un cuadro suave, cambie y sea más transmisible y patógena. Lo que implica que veremos aumento en su prevalencia y letalidad. De acuerdo con la Organización de Sanidad Animal al menos el 75% de las enfermedades emergentes son zoonosis”.
El espectro de este tipo de enfermedades está variando en forma acelerada. De hecho, a enfermedades como el hantavirus, ébola brucelosis o la rabia, se han ido sumando varias otras. ”Influenza aviar, tuberculosis, leptospirosis y las que nos dan sorpresas, como son la fiebre Q, enfermedades transmitidas por garrapatas y recientemente la viruela del mono”, mencionó la Dra. Paula Gädicke, quien además se refirió en particular a esta última enfermedad.
“Aunque su nombre sea ese, los primates no humanos no son los reservorios de este virus, se sospecha de pequeños roedores (ardillas y ratas) que habitan en las selvas tropicales, que tienen contacto ocasional con primates no humanos y personas, muchas veces estos reservorios naturales no tienen síntomas. En Estados Unidos se han producido brotes por la importación de roedores infectados desde África como mascotas que diseminaron el virus a perros de las praderas (un tipo de marmota), que luego infectaron a personas. En la actualidad se han presentado casos de esta enfermedad en personas en partes inusuales del mundo, incluido nuestro país. Se debe estar atento, porque el virus también podría pasar desde personas animales susceptibles tanto en el hogar, los zoológicos, reservas naturales, animales peridomésticos. Las personas sospechosas deben evitar el contacto con los animales domésticos, de granja y la fauna silvestre”.
Como lo indica la Organización Mundial de Sanidad Animal, la salud de los animales y del medio ambiente depende en gran medida de las actividades humanas, por lo que el llamado que la especialista de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UdeC, es a hacernos responsables de la aparición y control de las enfermedades emergentes, lo que pasa por continuar trabajando algunas medidas de prevención como, “ejecución de políticas públicas adecuadas, cumplir con la calendarización de vacunas en animales y humanos, y extremar las medidas de higiene, entre otras iniciativas ligadas al fortalecimiento de la educación en tornos a estos temas”, puntualizó la académica.
Por Francisca Olave Campos